El programa presentado por el Gobierno contempla desde los 0 a los 8 años. El fin es que todos los chicos lleguen a tercer grado sabiendo leer y escribir.
Hace unos días el gobierno nacional presentó un plan de alfabetización en la provincia de San Juan. Sin lugar a duda, el sitio elegido es simbólico, es la cuna de Domingo F. Sarmiento, quien, cuando fue presidente, fundó 800 escuelas en tan sólo cuatro años de gestión y sus ideas fueron fundantes para el sistema educativo argentino.
El plan mencionado, cuyos objetivos son que todos los chicos lleguen a tercer grado sabiendo leer y escribir y que la alfabetización sea motor para acelerar otros aprendizajes, cuenta con algunos ejes.
El primero hace referencia a una alfabetización que abarque de los 0 a los 8 años, un tema no menor ya que hasta ahora, en anteriores propuestas sólo comprendía a partir de los 4 años, en el inicio de la escolarización obligatoria.
Sin embargo, la etapa preliminar es de fundamental importancia porque es fundante para la lectoescritura. Poner al niño en contacto con cuentos, canciones, rimas o juegos de coordinación motriz -entre otros- lo van constituyendo como futuro lector.
Además, es de vital importancia otro eje del plan que señala el compromiso de alcance comunitario. Claramente, nadie aprende solo, se necesita de docentes comprometidos, pero también de familias protagonistas en el proceso y de otras instituciones que intervengan, tales como asociaciones civiles, ONG o municipios que se ocupen de organizar distintas propuestas que acompañen esta acción nacional.
A su vez, otro eje refiere a la transversalidad de los aprendizajes y de la importancia de contar con libros u otros recursos materiales que confluyan a tal fin.
Y, por último, un tema no menor que el gobierno plantea es la formación docente, la necesidad de reforzar el aprendizaje de esta temática en futuras maestras y maestros. Sin embargo, no deja claro cómo capacitarán a los docentes que hoy por hoy están en el aula ya que, aparentemente, son la causa del problema.
Aunque algo que sí plantearon es que serán evaluados, pero no tendrán la formación necesaria para provocar un cambio al interior de las aulas; entonces, se supone que harán más de lo mismo. Por lo tanto, no habrá evaluación auténtica si no se imbrica con la enseñanza y con el aprendizaje; esto es, si no se enseña a enseñar, a que los alumnos aprendan mejor y luego se monitorea si ha habido mejora.
Por otra parte, el gobierno nacional, desde el mes de enero, no abona a los docentes el monto correspondiente al Fondo Nacional de Incentivo Docente (FONID), producto del impuesto que pagamos los ciudadanos con la compra de automotores o embarcaciones. En este sentido, hay una desvalorización de la tarea docente.
En conclusión, si bien es necesario y urgente un plan de alfabetización, con el compromiso de todas las provincias, tal como vimos días pasados en el terruño de Sarmiento¸ también es apremiante la valorización del trabajo diario que las maestras y profesores hacen para que los niños aprendan no sólo la lectoescritura o conocimientos básicos del cálculo o las ciencias, sino la convivencia, el estar con otros para que comprendan que somos parte de una sociedad que si no se “remienda” no habrá posibilidad de entretejernos nuevamente.