Ctera y los cuatro gremios de maestros enrolados en la CGT convocaron para hoy a una nueva protesta; reclaman que el Gobierno reactive la paritaria, se actualicen los salarios mínimos y se restituya el Fondo Nacional de Incentivo Docente
Desde la sala de entrada del Comercial N°7, en el barrio porteño de Belgrano, la vicedirectora de primaria Elisabeth Lavanshy observa a los alumnos y docentes más tempraneros entrar por la escalinata de mármol del edificio, e intenta calcular cuántos asistirán hoy a clases. “Hasta último momento no vamos a saber exactamente. Algunos profesores mandaron mail ayer avisando que no venían, pero siempre hay quienes se suman al paro a último momento”, dice la directora, quien estima que la adhesión dentro de su escuela será similar a la del último paro nacional docente, cuando pisó el 30%. El de hoy es el cuarto paro nacional docente en lo que va del año.
Afirma que desde que se descuentan los días de paro –lo cual, según el Gobierno de la Ciudad implica un recorte de entre $45.000 y $50.000, entre el salario del día y el presentismo–, la adhesión a estas medidas ha disminuido. “Ahora lo piensan dos veces, y se suman menos docentes. Los preceptores siempre se suman”, detalla Lavanshy, quien a su vez dice apoyar el reclamo salarial docente, la principal consigna de la movilización de hoy, convocada por la Confederación de Trabajadores de la Educación de la República Argentina (Ctera) y los cuatro gremios de maestros enrolados en la CGT, pero no las formas.
“He adherido en mi carrera a diferentes paros. Pero considero que, en esta situación, no es la mejor medida porque no va a dar resultado: se pierden días de clase y no se obtienen mejoras salariales. Habría que hacer un consenso de todos los docentes y hablar con las familias, porque si no siempre tenemos a la sociedad en contra. Se considera que el docente es en general vago, y no es así, muchos de los que paran trabajan incluso horas extra”, afirma Lavanshy, a la vez que sostiene que, para tener un consenso de este tipo, habría, primero, que mejorar el ausentismo docente, que en esta escuela “es alto”.
Sobre la misma vereda, en la Escuela Argentina General Belgrano –privada con subvención estatal–, la adhesión al paro nacional docente de hoy es nula, y del otro lado de la avenida Monroe, en la Escuela Primaria Pablo A. Pizzurno, también, según destacan los directivos consultados.
En tanto, fuentes del Ministerio de Educación porteño advierten que recién se tendrá una noción del acatamiento general al mediodía, a la vez que afirman que el 60% de los docentes de la Ciudad no están afiliados a ningún sindicato.
A favor y en contra
Entre los padres que esperan fuera de la primaria Pizzurno, la “sociedad en contra” de la que habla Lavanshy se hace notar. Mientras algunos de ellos dicen apoyar el reclamo pero no el paro, otros, como es el caso del distribuidor de panificados José Manuel Vidal, padre de un alumno de quinto grado, se opone fervientemente a la medida.
“Convengamos que con el retroceso educativo que tuvieron los chicos en pandemia, no se pueden dar el lujo de que los chicos no tengan clases, más allá de la ideología política que tengamos. Los chicos no recuperan nunca más los días sin clase. Y después se suman los fines de semana largo, las vacaciones de invierno. Por eso mi mujer, que es maestra jardinera, no para”, afirma el hombre de 44 años, quien espera afuera del edificio para ingresar a una reunión de padres.
Pese a que desde la institución destacan que sus docentes nunca adhieren a los paros docentes, los padres que esperan fuera del edificio dicen que en otras ocasiones algunos sí lo han hecho. Dos de ellos sostienen que el año pasado sus hijos tuvieron una maestra de cuarto grado que “adhería a la mayoría”.
Entre ellos está Iris Sánchez, abuela de dos alumnos de primaria. “Si están buscando remuneraciones dignas, uno los comprende. Hoy el dinero no alcanza para nada. Pero a mí tampoco me alcanza: cuando mis nietos no tienen clases, yo, que trabajo haciendo limpieza, no puedo ir a trabajar, y es un día menos de ingresos”, cuenta desde la vereda la mujer de 69 años, que sujeta a su nieta de 7 años con una mano y a su nieto de 9, con la otra.
Al igual que la mayoría de los padres que esperan que las puertas de la escuela abran, la madres de los nietos de Sánchez averiguó con un día de anticipación si su docente iba a dar clases hoy, para analizar si enviaba a los niños a la escuela y organizar la logística.
Las escuelas con docentes adheridos se organizan de diferentes maneras para lograr que haya la menor cantidad de alumnos sin clases. En el caso del Comercial N°7, planean unir diferentes cursos en una misma aula para que compartan docente, dinámica que dicen ya tener aceitada porque la suelen repetir cada vez que hay paro.
Por: María Nöllmann