Las cifras alarmantes evidencian la magnitud del problema y la necesidad de actuar con urgencia

La violencia en los entornos educativos representa una problemática alarmante en muchos países de América Latina, donde los contextos sociales y culturales agravan la situación. En México, por ejemplo, se ha reportado que el 24% de los estudiantes de nivel secundaria y bachillerato han sido víctimas de acoso escolar o bullying, según datos de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE). En este país, los problemas de violencia escolar suelen estar relacionados con desigualdades socioeconómicas, la desintegración familiar y la falta de recursos en las escuelas.

En Argentina, un informe del Observatorio de la Convivencia Escolar reveló que al menos el 30% de los estudiantes ha experimentado violencia física o verbal dentro del entorno escolar. A pesar de los esfuerzos por promover ambientes inclusivos, la normalización de actitudes agresivas entre estudiantes y docentes sigue siendo un obstáculo. Por su parte, en Colombia, donde la violencia estructural y el conflicto armado han marcado a varias generaciones, las escuelas no son inmunes a estas problemáticas. De acuerdo con el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF), más del 50% de los niños en edad escolar han reportado algún tipo de maltrato en el aula. Este panorama se agrava con el incremento del ciberacoso, que extiende las agresiones más allá de los espacios físicos de las escuelas.

Lo que revela el informe de la UNESCO

La Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), en colaboración con otros organismos internacionales, presentó el informe *Safe to Learn and Thrive: Ending Violence in and through Education* durante la primera Conferencia Ministerial Mundial para Poner Fin a la Violencia contra los Niños, celebrada en noviembre de 2024 en Bogotá, Colombia. Este documento subraya que la violencia escolar afecta a la mitad de los menores en el mundo, es decir, aproximadamente mil millones de niños, niñas y adolescentes cada año.

Según el informe, uno de cada tres estudiantes experimentó acoso escolar en el último mes, mientras que más de tres estudiantes estuvieron involucrados en peleas físicas entre compañeros en el último año. Estas cifras reflejan una crisis global que obstaculiza el aprendizaje y el desarrollo integral de los menores. Además, la UNESCO señala que las formas de violencia no se limitan al ámbito físico, sino que también incluyen abuso psicológico, emocional y sexual.

El ciberacoso, una variante relativamente reciente pero en rápido crecimiento, afecta actualmente a uno de cada 10 estudiantes a nivel global. Este tipo de violencia es especialmente preocupante debido a su capacidad de trascender los espacios escolares y perseguir a las víctimas en su vida cotidiana. Las redes sociales y otras plataformas digitales se han convertido en herramientas para el hostigamiento constante, lo que exacerba las secuelas emocionales y psicológicas de quienes lo padecen.

El informe también destaca que las consecuencias de la violencia escolar van más allá del daño inmediato. Los menores expuestos a estas situaciones tienen un mayor riesgo de abandonar la escuela, desarrollar problemas de salud mental y presentar dificultades en sus relaciones sociales. Esto pone de manifiesto la urgencia de abordar esta problemática como una prioridad global.

Estrategias para erradicar el acoso y la violencia escolar

Durante la conferencia, la UNESCO hizo un llamado a la acción global para enfrentar esta crisis. Entre las estrategias propuestas, se destacan iniciativas que buscan abordar tanto las causas como las consecuencias de la violencia escolar, promoviendo entornos educativos seguros y equitativos. Algunas de las medidas más relevantes incluyen:

1. Prevención mediante la educación y la concientización:

La UNESCO subraya la importancia de incorporar programas de educación socioemocional en los planes de estudio. Estos programas ayudan a los estudiantes a desarrollar habilidades como la empatía, la resolución de conflictos y el manejo de emociones, herramientas esenciales para prevenir comportamientos violentos.

2. Capacitación docente:

Los docentes desempeñan un papel crucial en la detección y prevención de la violencia escolar. Por ello, la capacitación en temas de manejo de conflictos, mediación y abordaje de situaciones de violencia es fundamental para empoderar a los educadores y convertirlos en agentes de cambio dentro de sus comunidades escolares.

3. Políticas de tolerancia cero:

La implementación de políticas claras y efectivas contra el acoso y la violencia escolar es una de las estrategias clave para garantizar entornos seguros. Estas políticas deben incluir procedimientos para denunciar y abordar casos de violencia, así como sanciones para los perpetradores y apoyo para las víctimas.

4. Fomento de la participación comunitaria:

La violencia escolar no puede abordarse de manera aislada. Es necesario involucrar a los padres, las comunidades y los organismos locales en la creación de soluciones sostenibles. La colaboración entre las partes interesadas permite una respuesta más integral y efectiva.

5. Uso responsable de la tecnología:

En respuesta al aumento del ciberacoso, la UNESCO propone estrategias que incluyen campañas de concientización sobre el uso seguro de internet, así como herramientas para monitorear y prevenir el hostigamiento en línea. Esto también implica la colaboración con empresas tecnológicas para desarrollar plataformas más seguras.

6. Monitoreo y evaluación:

Finalmente, el informe destaca la importancia de monitorear los avances y evaluar el impacto de las intervenciones implementadas. Esto permite ajustar las estrategias y garantizar que se estén logrando los resultados deseados.

En un mundo cada vez más interconectado, donde las tecnologías digitales amplifican tanto las oportunidades como los riesgos, es fundamental que gobiernos, comunidades y organizaciones internacionales trabajen juntos para erradicar la violencia en los entornos educativos. Solo así será posible garantizar que todos los niños y adolescentes puedan aprender y prosperar en ambientes libres de miedo.

Por Valeria González